EDITORIAL N° 39
Desde el miércoles 23 de julio estamos asistiendo vía transmisión en vivo a una campaña llevada a cabo por el CONICET en colaboración con la fundación Schmidt Ocean Institute (ONG estadounidense sin fines de lucro dedicada a la investigación oceanográfica) para indagar sobre las comunidades oceánicas llegando a más de 3000 metros de profundidad en el Cañón de Mar del Plata. En esta expedición participan más de 30 investigadores argentinos. La transmisión es seguida en YouTube por decenas de miles de personas que día a día asisten, en vivo y en directo, a los descubrimientos producidos por la actividad científica que serán insumos para investigaciones futuras y para acciones de conservación de
la biodiversidad. Quizás uno de los aspectos más impactantes (además de los seres vivos que logramos ver en las imágenes) son las preguntas y comentarios que formula el gran caudal de gente en el chat; preguntas que dan cuenta del interés que suscita el acercamiento a este submundo marino en gente que no pertenece al campo científico. Incluso es sorprendente la consulta de jóvenes acerca de dónde se puede estudiar una carrera universitaria relacionada a las ciencias del mar. Esto va a contramano de la actitud y modo de proceder que, desde diciembre de 2023, despliega el gobierno nacional con su política de desfinanciamiento de estos mismos organismos de ciencia y tecnología y universidades públicas. Se trata de una metodología sistemática que busca erosionar la calidad educativa del nivel superior (sin presupuesto, el deterioro es inevitable) y el progresivo desguace del sistema científico y tecnológico.
Desde posicionamientos antagónicos que resisten a estas políticas del gobierno actual, acordamos con la opinión del físico Gabriel Mindlin cuando, en la entrevista que compartimos en este número, aconseja a las nuevas generaciones: “Lo importante es estudiar porque eso da herramientas y da libertad para después trabajar y analizar lo que tengan ganas, o lo que les interese o lo que consideren importante.”